La Guardia de Honor es la reunión de fieles cristianos (laicos, religiosos, sacerdotes) que practican la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, según la espiritualidad de santa Margarita María de Alacoque. La Hora de Guardia u Hora de Presencia, consiste en ofrecer las obras de una hora del día con el deseo de consolar al Sagrado Corazón. Cada miembro o asociado de la Guardia de Honor, elige la hora del día durante la cual ofrecerá sus ocupaciones ordinarias: “Todo por amor, nada por obligación”. La hora de guardia o de presencia puede hacerse frente al Santísimo. Pero también en cualquier otro lugar, en la casa, en la oficina, en el colegio, haciendo deporte, de paseo. No es necesario acudir a una iglesia.
Es la asociación fundada para hacer llegar el mensaje recibido en Paray-le-Monial al mundo entero, de que la devoción al Corazón de Jesús puede servir de base a una espiritualidad al alcance de todos, comprendiendo que cada cual, en su propia vocación, puede vivir en espíritu de amor, de reparación, para mayor gloria de Dios.
OBJETIVO DEL GRUPO
Ofrecer una hora del día, sin cambiar de ocupación, para amar, dar gloria y reparar al Corazón de Jesús. Partiendo de una adecuada formación y permitiendo la acción del Espíritu Santo en la vida personal y comunitaria de los miembros del grupo.
TAREAS PROPIAS
Curar las heridas del Corazón de Jesús por medio de un culto perpetuo de consuelo, con el siguiente lema: Gloria, Amor y Reparación al Sagrado Corazón de Jesús.
GLORIA: Proclamando su realeza y su reinado social, como Rey y nosotros somos sus Guardias de Honor.
AMOR: Por la entrega de nuestros corazones a este Corazón de Amor, a la vez que tan bueno, tan amante y tan abandonado por los hombres.
REPARACIÓN: Por la práctica de las virtudes cristianas, especialmente por la penitencia y el celo, para reparar el ultraje del pecado y de sus deplorables efectos, y por la ofrenda que se hace a Dios Padre de la Sangre y Agua que salieron del Corazón herido de nuestro Salvador.
Ofrecer al Sagrado Corazón de Jesús, una hora diaria de nuestra jornada, para sentir su presencia y cercanía entre nosotros.
Vivir nuestra vida diaria en clave de eucaristía. El sagrario tiene que ser para el Guardia, el polo de atracción que nos hace demostrar el amor hacia Él.
Preocuparnos por las necesidades de nuestros hermanos.
Vivir una vida de testimonio, apostolado y oración.
Agrupar las almas reparadoras en torno a un Corazón que sigue vivo y que continúa, invisiblemente, siendo herido cada día por el olvido, ingratitud y falta de amor de los hombres.
Apoyar a la parroquia en las actividades propias de la pastoral.
La formación continua del grupo.